Carlos D., autónomo del sector del transporte, acumulaba más de 61.000 € en deudas tras varios años de actividad con ingresos inestables, reparaciones imprevistas de su vehículo y retrasos en los pagos de sus clientes. Cuando llegó a nuestra oficina, se sentía frustrado y agotado, temía perder todo lo que había construido y no veía salida.

Le explicamos que, como persona física y autónomo, podía acogerse también a la Ley de Segunda Oportunidad, siempre que cumpliera con los requisitos legales. Iniciamos el procedimiento extrajudicial de pagos, que finalizó sin acuerdo por parte de los acreedores. Acto seguido, tramitamos la vía judicial y solicitamos la exoneración total del pasivo.

Gracias al trabajo del equipo jurídico, el Juzgado declaró la cancelación definitiva de sus 61.300 € de deuda, permitiéndole conservar su vehículo de trabajo y continuar con su actividad profesional.

Carlos no solo conservó su fuente de ingresos, sino también su dignidad y tranquilidad. Hoy continúa trabajando por cuenta propia, libre de cargas. Un ejemplo claro de que la Ley de Segunda Oportunidad no es solo una solución legal, es una puerta hacia un nuevo comienzo.